jueves, 22 de septiembre de 2016

Volver, o de cómo amar nos hace libres.

Hola de nuevo a todxs.
Sé que hace mucho tiempo que no nos vemos y puede que volver así de sopetón no sea la mejor forma, pero sentía que ya era hora de que dejásemos de ser extrañxs y nos retomáramos otra vez unxs a otrxs.
Desde la última vez que nos vimos han cambiado muchas cosas y ocurrido otras tantas, unas buenas, otras no tanto, pero creo que es importante el hecho de que seguimos aquí.
Tengo ganas de hablaros de algo, o de alguien más bien, que lo ha cambiado todo.
Puede que no me creáis, pero voy totalmente en serio.
Nada es igual desde que apareció, y pese a algunos pequeños baches, todo ha sido una experiencia maravillosa, empoderante, apasionada y feliz.
Mentiría si no dijese que se me empañan los ojos al estar escribiendo esto, porque hacer las cosas públicas es terrorífico pero también liberador.
He de reconocer que ha habido momentos duros, y que hablar de algo así como si fuese un camino fácil no sería honesto, pero no puedo negar el hecho de que ha merecido la pena, y de que sigue mereciéndola, y no creo que deje de hacerlo nunca.
Estaréis pensando que esto que os cuento no es nada del otro mundo, quizás ni os interese, pero necesitaba contároslo, porque no podría seguir hablándoos de lo que soy hoy sin contaros las cosas que me han modelado. Esta en concreto me ha hecho aprender, a aceptar, a entender, a escuchar, a querer y a intentar quererme a la par.Y sí, es una gesta difícil, pero de las más honrosas que existen hoy en día a mi parecer.
Quería haceros ver que ser conscientes de nuestros sentimientos es algo tremendo, pero aún da más vértigo el hacer partícipe al resto del mundo en vez de guardar, tirar o despojar esas emociones en lo más oscuro del almacén de nuestra cabeza para hacer como que no existen.
Existen, y son válidas, todas y cada una de las que hayáis sentido que os hayan asustado, avergonzado o asqueado.
No voy a venir aquí a dar lecciones de moral sobre el amor. No soy nadie para ello. Ni siquiera a animaros a que emprendáis esta épica gesta sólo porque yo lo digo, no. No tenéis por qué amar a nadie, no debéis sentiros obligadxs a ello, porque si hay algo donde la libertad de voluntad, de deseo y de conciencia prima por encima de todo es en esto.
Que no os digan a quién amar, pero tampoco qué amar, cuándo o ni siquiera el mero hecho de hacerlo o no.
Pero si lo hacéis, creedme, no sabéis lo ligero que se vuela con el pecho vacío de miedos, inseguridades y dudas. No dudéis sobre lo que amáis, si lo hacéis, adelante, convivid con ello, abrazadlo, pero no corráis despavoridxs en la otra dirección, porque estaréis huyendo de vosotrxs mismxs.
Creo que nuestras pasiones son una parte inherente de nuestro ser, por lo que no aceptarlas sería negarse a unx mismx.
No tengáis miedo a querer. No tengáis miedo a hablar de lo que queréis. No tengáis miedo a reconocer a quién queréis.
Deberíais estar orgullosxs de ser capaces de sentir en una sociedad que busca nuestra indiferencia, nuestra ignorancia y nuestro desdén.
Y si lo hacéis, si abrazáis eso que amáis, eso que perseguís, eso que anheláis, que no os tiemble la voz al gritarlo por todas partes. Hacedlo como si hubieseis ganado la lotería, como si hubieseis coronado la cumbre de todos los ocho miles, como si os hubieseis enamorado.
No reneguéis de ser libres, usad la fuerza que esconde el amor para romper todas las cadenas, acompañadxs o solxs, liberad vuestro más profundo interior de toda la presión exterior.