Estoy como rodeada de una niebla que me nubla los sentidos. No son solo mis ojos, es mi olfato, mi tacto, mi conciencia.
Se me ha olvidado lo que significa cuidarme a mí misma.
Siento que me perdí hace tiempo: en la gente, en las cosas, en la lucha, en el mundo. En este mundo de cemento que cada día asfixia más. Cada día nos aleja más, nos empuja más hacia el rebaño.
¿Cómo crear un mundo nuevo, donde no haya filas sino asambleas, donde no haya rebaño sino manada?
¿Cómo convertir estos grilletes que nos atan en lazos que nos unan?
Aún no he encontrado la fórmula alquímica que cambie las balas y las rejas por pan y rosas.
Cada día ando más convencida de que este dolor no es solo mío, que la angustia es compartida.
Nadie puede vivir así, no sé si es más duro no darse cuenta nunca de ello o vivir eternamente con la condena de haberlo sabido y nunca haber podido cambiarlo.
Vivir no es solo sobrevivir, pero haber podido resistir todo esto siempre será una victoria.