Estoy como rodeada de una niebla que me nubla los sentidos. No son solo mis ojos, es mi olfato, mi tacto, mi conciencia.
Se me ha olvidado lo que significa cuidarme a mí misma.
Siento que me perdí hace tiempo: en la gente, en las cosas, en la lucha, en el mundo. En este mundo de cemento que cada día asfixia más. Cada día nos aleja más, nos empuja más hacia el rebaño.
¿Cómo crear un mundo nuevo, donde no haya filas sino asambleas, donde no haya rebaño sino manada?
¿Cómo convertir estos grilletes que nos atan en lazos que nos unan?
Aún no he encontrado la fórmula alquímica que cambie las balas y las rejas por pan y rosas.
Cada día ando más convencida de que este dolor no es solo mío, que la angustia es compartida.
Nadie puede vivir así, no sé si es más duro no darse cuenta nunca de ello o vivir eternamente con la condena de haberlo sabido y nunca haber podido cambiarlo.
Vivir no es solo sobrevivir, pero haber podido resistir todo esto siempre será una victoria.
Le Lotus Bleu
jueves, 28 de noviembre de 2019
sábado, 16 de febrero de 2019
No sé si tengo la fuerza suficiente como para armar las palabras con sentido. En mí apenas queda voluntad como para levantarme de la cama.
Ya no hay rastro de la Marina que fui. No hay pasión, no hay impulso por vivir. No siendo nada más que vacío.
¿Dónde se quedó mi alegría? ¿Dónde está aquel pecho que palpitaba con fuerza?
Estas manos no pueden sostener tanta tristeza.
Este cuerpo no es capaz de soportar la náusea.
Me encuentro luchando contra un nuevo monstruo, ya no es gris, sino negro como el carbón. Le arrebata la vida a todo lo que toca y temo que a mí me ha dado de lleno.
No queda luz capaz de despertar lo poco que hay en mí en este invierno interminable. Ya no explotan las farolas ante mis ojos, ya no enmudecen los coches cuando paseo ni cantan los pájaros cuando paso a su lado.
Todo es ruido y destello. ¿A dónde habrán ido a parar las luces y la música de esta ciudad mugrienta?
Sólo queda asfalto, dolor, máquinas y gentes de mentira.
No hay hueco para el amor, para la emoción ni para la esperanza.
La única manera de escapar de este mundo de cemento es hacerlo estallar.
Ya no hay rastro de la Marina que fui. No hay pasión, no hay impulso por vivir. No siendo nada más que vacío.
¿Dónde se quedó mi alegría? ¿Dónde está aquel pecho que palpitaba con fuerza?
Estas manos no pueden sostener tanta tristeza.
Este cuerpo no es capaz de soportar la náusea.
Me encuentro luchando contra un nuevo monstruo, ya no es gris, sino negro como el carbón. Le arrebata la vida a todo lo que toca y temo que a mí me ha dado de lleno.
No queda luz capaz de despertar lo poco que hay en mí en este invierno interminable. Ya no explotan las farolas ante mis ojos, ya no enmudecen los coches cuando paseo ni cantan los pájaros cuando paso a su lado.
Todo es ruido y destello. ¿A dónde habrán ido a parar las luces y la música de esta ciudad mugrienta?
Sólo queda asfalto, dolor, máquinas y gentes de mentira.
No hay hueco para el amor, para la emoción ni para la esperanza.
La única manera de escapar de este mundo de cemento es hacerlo estallar.
jueves, 15 de noviembre de 2018
Estoy muerta en vida, asesinando mi propia existencia,
envenenando mi cuerpo con el arsénico que fabrican mis neuronas.
No sé si existe el autocrimen perfecto, pero yo construyo el mío paso a paso como si de una novelista de suspense me tratara.
Las lágrimas explotan en mis pupilas como dinamita, quebrando un poco más esta fachada que intento mantener
Me quiebro, siento la tormenta formarse en mis entrañas y cómo el seísmo se traslada por todo mi cuerpo.
Tiemblo, ya no sé si de frío o de miedo.
A veces deseo encontrarme con la mirada de Medusa entre la gente de acero, para petrificar con sus ojos todo este dolor que cargo a mis espaldas.
Ojalá ser de acero yo también, ojalá dejar de sentir esta pena desgarradora, causada por el oscuro augurio de un futuro vacío.
No soy capaz de sostener la agonía de hoy pero pienso que cargar también con la de mañana aminorará su peso.
Juego con la idea de adelantar el desenlace de todo esto, de ser mi propio verdugo.
Intento recabar la fuerza suficiente como para desechar mis pensamiento y conseguir prorrogar mi ruina.
envenenando mi cuerpo con el arsénico que fabrican mis neuronas.
No sé si existe el autocrimen perfecto, pero yo construyo el mío paso a paso como si de una novelista de suspense me tratara.
Las lágrimas explotan en mis pupilas como dinamita, quebrando un poco más esta fachada que intento mantener
Me quiebro, siento la tormenta formarse en mis entrañas y cómo el seísmo se traslada por todo mi cuerpo.
Tiemblo, ya no sé si de frío o de miedo.
A veces deseo encontrarme con la mirada de Medusa entre la gente de acero, para petrificar con sus ojos todo este dolor que cargo a mis espaldas.
Ojalá ser de acero yo también, ojalá dejar de sentir esta pena desgarradora, causada por el oscuro augurio de un futuro vacío.
No soy capaz de sostener la agonía de hoy pero pienso que cargar también con la de mañana aminorará su peso.
Juego con la idea de adelantar el desenlace de todo esto, de ser mi propio verdugo.
Intento recabar la fuerza suficiente como para desechar mis pensamiento y conseguir prorrogar mi ruina.
viernes, 30 de marzo de 2018
Regresión.
Él me acecha de nuevo como si fuese mi sombra. Siempre paciente, me aguarda vigilante, esperando el momento de transformarse de nuevo en mi peor pesadilla.
Mantengo las distancias pero está eternamente ahí con su mirada penetrante.
Somos viejos conocidos y ambos sabemos qué ocurrirá cuando me encuentre de nuevo.
Al fin y al cabo, sé que sigue formando una parte de mí.
Me alejo, y cuanto más cerca creo estar de la vivacidad de nuevas sensaciones, él retorna con su rostro lúgubre.
Sabe que le temo pero que aún así siempre he encontrado nuestros encuentros algo románticos, algo estéticos. No puedo resistirme a pensar en todo lo bello que hay en esta angustia.
Hoy lucho con todas mis fuerzas para que no me alcance de nuevo, para que no me abrace con sus sucios y largos brazos y vuelva a recluirme, para que no vuelva a arrebatarme el sentido, para que no me asfixie.
Me busca, a veces creo que le busco yo. Nos añoramos como se añoran dos peces encerrados en un mismo estanque del que nunca saldrán aunque no lo sepan.
Quizás incluso hasta nos necesitemos, como quien necesita saborear el horror para volver a sentir lo que es placentero.
Sé que hoy no quiero encontrarte, gris, pero reconozco que antes tu presencia hacía este vacío más reconocible, más salvable.
Mantengo las distancias pero está eternamente ahí con su mirada penetrante.
Somos viejos conocidos y ambos sabemos qué ocurrirá cuando me encuentre de nuevo.
Al fin y al cabo, sé que sigue formando una parte de mí.
Me alejo, y cuanto más cerca creo estar de la vivacidad de nuevas sensaciones, él retorna con su rostro lúgubre.
Sabe que le temo pero que aún así siempre he encontrado nuestros encuentros algo románticos, algo estéticos. No puedo resistirme a pensar en todo lo bello que hay en esta angustia.
Hoy lucho con todas mis fuerzas para que no me alcance de nuevo, para que no me abrace con sus sucios y largos brazos y vuelva a recluirme, para que no vuelva a arrebatarme el sentido, para que no me asfixie.
Me busca, a veces creo que le busco yo. Nos añoramos como se añoran dos peces encerrados en un mismo estanque del que nunca saldrán aunque no lo sepan.
Quizás incluso hasta nos necesitemos, como quien necesita saborear el horror para volver a sentir lo que es placentero.
Sé que hoy no quiero encontrarte, gris, pero reconozco que antes tu presencia hacía este vacío más reconocible, más salvable.
Hispalis
Vuelvo a ti a encontrar mi sed, a buscar mi hambre.
Quiero sentir mi sangre brotar de nuevo, quiero hallar mi pasión en tus calles, en tu olor, en tu historia.
Necesito perderme en tus orillas para poder saber quién soy,
necesito diluirme entre tus gentes para recuperarme a mí misma.
Hispalis, tengo que ahogarme en tus aguas para sentir de nuevo qué es respirar
Hispalis, necesito que me asesines en una de tus esquinas para poder volver a nacer en ti.
Regreso a casa, una y otra vez, con la esperanza de un naufrago que viaja cargado de respuestas.
Confío de nuevo en ti para arroparme y brindarme las respuestas.
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